Una vez más como ha sido tradicional durante los últimos veintitrés años de nuestro Colegio se ha realizado el ENE para los Sextos Años y el SHALOM  para los Octavos Básicos. Cada una de las jornadas, como Equipo se viven como si fuera la única y con el convencimiento de que debe ser la mejor, porque por muchas jornadas que se hayan vivido, para los niños y niñas, ésta , es una experiencia única e intransferible.

Cada jornada, a pesar de que existe una planificación, es diferente y especial porque se trabaja con personas y dentro de cada una de ellas hay una magia especial y diferente; cada uno tiene sus sueños, alegrías y tristezas que son muy distintas unas de otras y que siempre estamos atentos a acoger. En cada jornada cada uno de nosotros se entrega al cien por ciento siempre pidiendo el apoyo del Señor para poder acompañar a cada uno de los niños y niñas que lo viven.

Después de veintitrés años realizando estas jornadas, hoy quiero realizar algunas reflexiones que considero importantes. El ENE no hace milagros, el objetivo de  estas jornadas es que los niños y niñas se encuentren consigo mismo, se quieran cada día más, aprendan que querer es poder, valoren a sus familias con defectos y virtudes, sepan elegir muy bien a sus amigos y que le den el lugar que se merece a Jesús, el amigo que nunca falla.

En cada jornada hay niños y niñas que sorprenden con su testimonio de vida, expresión de sentimientos, confianza y amor hacia los demás, prueba de ello, es el gran número de niños y niñas que al año siguiente de haber vivido SHALOM, se integran al Equipo. Este año el Equipo estuvo conformado por doscientos cuarenta jóvenes.  A todos ellos quiero agradecerles el cariño que brindan día a día, la entrega en cada jornada, el compromiso incondicional con el Equipo ENE y los insto, como siempre, a aprovechar sus condiciones para ser los líderes cristianos que están destinados a construir la civilización del amor.